El ábaco es el primer ordenador de que tenemos noticias. Funciona a mano, eso sí, pero se defiende en determinados tipos de cálculos.
Suelse consistir en un conjunto de bolas agujereadas, introducidas en unos
alambres enmarcados. Es verdad que hace tiempo que ha sido desplazado por las
calculadoras electrónica pero su uso no ha desaparecido del todo. Continua siendo habitual en algunos países asíaticos y además se
comercializa como objeto de juego o curiosidad.
En un principio los ábacos consistían en una tabla con varias
ranuras, para las unidades, decenas, centenas, millares, etc, Cada una
de ellas cuales se llenaba con piedras. Diez piedra de una de las
ranuras equivalían a una de la siguiente. Posteriormente en vez de
ranuras con piedras se utilizaron bolas de madera u otro material
enlazadas por un alambre. Los ábacos se fueron modificando poco a poco
hasta llegar a los actuales, que, como he dicho, aún se utilizan en
varias regiones de Asia. Estuvieron vigentes hasta mediado del siglo XX
como una máquina primordial de cálculo. También se utilizaron en las
civilizaciones precolombinas.
Sobre el uso de los ábacos hay una curiosa anécdota. Es la
siguiente. En 1945 un concurso organizado en Japón enfrentó a un
soldado de los servicios financieros de la armada, Thomas Nathan Wood,
con un japonés empleado de banca, Kisyoshi Matsuzaki. El norteamericano
contaba con una calculadora eléctrica de oficina y había sido
seleccionado como uno de los mejores calculadores de la armada. El
japonés disponía de un ábaco. El concurso consistía en realizar cinco
tipo de cálculos que implicaban las cuatros operaciones básicas para ver
quién era más rápido en cada una. Ganó el japonés por 4 a 1.
Los ábacos actuales más conocidos están formados por un número
entorno a diez varillas, cada una de las cuáles engarza a nueve o diez
bolas (el uso de la décima bola no es necesario, por eso muchos la
omiten). La primera varilla representa las unidades, la segunda las
decenas, luego están las centenas, millares y así sucesivamente hasta
donde abarque el ábaco. Los número se representan colocando las bolas
adecuadas a un lado del ábaco. Así, para el número 3,045 pondremos 5
bolas en la parte derecha (igual serviría la izquierda) de la varilla de
las unidades, 4 en la de las decenas, ninguna en la tercera varilla y 3
en la cuarta o de los millares. Una variante usual de los ábacos
emplea sólo 5 bolas por varilla. Una de ellas está separada de las
otras cuatro por una tabla que divide en dos al ábaco. De esta forma
las otras 4 bolas sirven para las unidades y la bola distinta equivale
al número 5 con lo que al combinarse puede construirse cualquier número
del 0 al 9.
Una interesante exposición sobre el tema puede encontrarse en: Georges Ifrah. Las cifras.
Alianza editorial. Madrid 1987. Una ampliación de esa obra por el
mismo autor es Enciclopedia de las cifras, Espasa Calpe. Es más completa
que la anterior, pero menos amena.
En un breve relato de ciencia-ficción de Arthur Charles Clarke
titulado En el cometa [CGC152] se reivindica el ábaco de forma algo
curiosa. Una nave espacial se dirige hacia un cometa y cuando está
dentro de su cola, cerca del nucleo el ordenador sufre una avería. Eso
supone la imposibilidad de calcular la trayectoria de vuelta y condena a
los ocupantes de la nave a la muerte. El problema se resuelve de la
siguiente forma: Uno de los tripulantes construye un montón de ábacos
que son utilizados por todos para realizar los cálculos necesarios y
poder salir de la influencia del cometa.
En el siguiente enlace dispones de un libro sobre el uso del ábaco chino:
http://www.librosmaravillosos.com/swanpan/